martes, 26 de octubre de 2010

Chispas inteligentes

¿La inteligencia se contagia? ¿Se aprende por convivencia?
Es posible.
Corren por ahí muchas anécdotas sobre Einstein y sus comentarios inteligentes a preguntas supuestamente idiotas. Sí, todas geniales. Pero he querido reflejar aquí una que no es de él, sino de su chófer. Al loro!

Se cuenta que en los años 20, cuando Albert Einstein empezaba a ser conocido por su Teoría de la Relatividad, era con frecuencia solicitado por las universidades para dar conferencias.

Dado que no le gustaba conducir y, sin embargo, el coche le resultaba muy cómodo para sus desplazamientos, contrató los servicios de un chofer.
Después de varios días de viaje, Einstein le comentó al chofer lo aburrido que era repetir lo mismo una y otra vez.
“Si quiere -le dijo el chofer- lo puedo sustituir por una noche. He oído su conferencia tantas veces que la puedo recitar palabra por palabra.”
Einstein estuvo de acuerdo y antes de llegar al siguiente lugar, intercambiaron sus ropas y Einstein se puso al volante.

Llegaron a la sala donde se iba a celebrar la conferencia y, como ninguno de los académicos presentes conocía a Einstein, no se descubrió la farsa.
El chofer expuso la conferencia que había oído repetir tantas veces a Einstein.
Al final, un profesor en la audiencia le hizo una pregunta. El chofer no tenía ni idea de cuál podía ser la respuesta, sin embargo tuvo una chispa de inspiración y le contestó:
“La pregunta que me hace es tan sencilla que dejaré que mi chofer, que se encuentra al final de la sala, se la responda”.
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1 comentario:

Juan Alberto Palacín dijo...

Me alegra ver en tu interesante blog una foto de Goedel.

Gracias por escribir

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