lunes, 24 de octubre de 2011

El silencio de la Estación

Silencio en el número 1 de la calle Catania de Zaragoza. ¿Hasta cuando? No importa.
El andén está desierto. Ya pasó el último tren.
Un día se me ocurrió bajar en esa estación, allá por el 2004. No era la primera vez. La conocí al poco de estrenarse, me pareció un poco oscura y fría y no volví en años. Pero se me quedó en la retina la imagen de un mural en grises y negros, pintado en la pared del fondo.
Sí, la pisé de nuevo un primero de marzo de 2004 (he consultado el libro de "Noches de BV80" para asegurarme). Y el motivo fue precisamente la búsqueda de información que llevábamos a cabo Valtueña y yo para escribir ese libro. Investigación. Arqueología humana. Cirugía plástica para reconstruir un pasado. Una aventura, pues, es lo que me llevó de nuevo a la Estación del Silencio.
Pienso que los bares los hace la gente. El lugar importa menos. Las personas que lo llevan y las personas que van allí es lo que realmente cuenta. Y eso es lo que me llevo.
Durante casi siete años puede decirse que ha sido mi segunda casa, la "otra casa" donde encontrarme con mi segunda familia. Y he conocido y re-conocido a mucha gente. Y he forjado muchas amistades. Y han sido muchos buenos momentos de aprender, de crear, de reír, también de soltar alguna lágrima, de hacer el ganso, de bailar, de besar, de escuchar, también de silencio.
En definitiva, una parte de mi vida que guardaré con cariño, con todos y cada uno de los nombres y los rostros que allí conocí. 
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1 comentario:

Marcos Callau dijo...

Me ha dado mucha pena que enmudeciera definitivamente la estación del silencio. Besos.

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