Me gusta mirar arte. Pero todavía me gusta más mirar a un niño cuando mira una obra de arte. Se aprende más, se aprende a ver cosas diferentes a lo que un adulto ve. Apasionante.
Extraigo una reseña muy interesante publicada en la revista de la Asociación Aragonesa de Críticos de Arte, a propósito del tema.
La obra de arte ¿La hace el que la mira?Extraigo una reseña muy interesante publicada en la revista de la Asociación Aragonesa de Críticos de Arte, a propósito del tema.
El Salon d`Art Contemporain « Rue des arts » de Carla Bayle (Francia)
[AACA DIGITAL Revista nº7]
"Mi primer y verdadero intercambio a propósito del arte, lo experimenté durante una visita guiada con una clase de alumnos de primaria por las exposiciones organizadas este verano en Carla-Bayle.
Generalmente, la mirada de los niños no traiciona el espíritu que ha inspirado el trabajo de un artista. Me di cuenta de que, hasta entonces, no me había tomado el suficiente tiempo de « mirar » los lienzos. Fue así cómo esta visita resultó más instructiva para mí que para los propios alumnos. ¿Me estaría venciendo mi formación de historiador de Arte?
Esa « revelación » se produjo delante de las obras de Valtueña que, en principio, me parecían algo complejas de analizar para unos escolares. En efecto, las nociones de abstracción o de concepto pueden chocar con la incomprensión de un público a veces alejado de la creación contemporánea.
Para evitar el aburrimiento de los niños con consideraciones técnicas, les dejé que hablaran, proponiéndoles que mirasen los lienzos y se dejaran llevar por lo que la imaginación de cada uno les sugiriera. Éste fue el punto de partida de un largo y apasionado intercambio.
Un discurso flexible, sin prejuicios y sin complejos, donde cada uno podía interpretar libremente los cuadros. Así, el piano de la obra « piano for Wesselmann » fue indentificado por sus teclas, pero también por la musicalidad que produce el ritmo de sus colores. Otros vieron en él un paso de peatones, o un juego de construcción…" Andréas Alberti
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Generalmente, la mirada de los niños no traiciona el espíritu que ha inspirado el trabajo de un artista. Me di cuenta de que, hasta entonces, no me había tomado el suficiente tiempo de « mirar » los lienzos. Fue así cómo esta visita resultó más instructiva para mí que para los propios alumnos. ¿Me estaría venciendo mi formación de historiador de Arte?
Esa « revelación » se produjo delante de las obras de Valtueña que, en principio, me parecían algo complejas de analizar para unos escolares. En efecto, las nociones de abstracción o de concepto pueden chocar con la incomprensión de un público a veces alejado de la creación contemporánea.
Para evitar el aburrimiento de los niños con consideraciones técnicas, les dejé que hablaran, proponiéndoles que mirasen los lienzos y se dejaran llevar por lo que la imaginación de cada uno les sugiriera. Éste fue el punto de partida de un largo y apasionado intercambio.
Un discurso flexible, sin prejuicios y sin complejos, donde cada uno podía interpretar libremente los cuadros. Así, el piano de la obra « piano for Wesselmann » fue indentificado por sus teclas, pero también por la musicalidad que produce el ritmo de sus colores. Otros vieron en él un paso de peatones, o un juego de construcción…" Andréas Alberti
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